CIENCIA, FE Y ESCEPTICISMO - JOHN LEWIS (PDF)

 CIENCIA, FE Y ESCEPTICISMO - JOHN LEWIS (PDF)


Objeto del presente libro 

Una de las mayores polémicas de nuestro tiempo es la que gira en torno de la metafísica; palabra, ésta, que ha venido asumiendo sucesivos y múltiples significados, pero que actualmente significa, concretamente, dos cosas: En primer lugar, la especulación sobre cuestiones que trascienden toda posible experiencia humana -Dios, lo Absoluto, así como cualquier otra realidad trascendental que afecte, en una u otra forma, a esta vida terrena.

En segundo lugar, la formulación de teorías acerca de la naturaleza de la realidad, así como la elaboración de explicaciones concernientes a la significación de la vida humana; teorías y explicaciones que van más allá de lo que puede ser deducido de los datos, no organizados ni sistematizados, relativos a la experiencia corriente y cotidiana.

Son muchos los filósofos contemporáneos que, eludiendo el ir más allá de los datos concretos que la experiencia nos suministra, niegan enfáticamente la posibilidad de una metafísica en su primera acepción, rechazan, por ende, todo método que pretenda llegar a la comprensión de la verdad trascendental; si bien el método filosófico de que se valen les fuera a rechazar, también, la posibilidad de estructurar una teoría general de la existencia.

En efecto, en ciertos casos, el método de razonamiento empleado por ellos les ha llevado hasta el extremo de negar la realidad objetiva de las leyes científicas, así como también la teoría científica descriptiva de la realidad externa.

 

  El presente libro está basado en el razonamiento de que, si bien la crítica de la especulación ultraterrena está plenamente justificada, ello no implica, empero, la desestimación de la verdad científica ni tampoco excluye la elaboración de teorías sobre la vida humana. Si esto último ocurriera, entonces la filosofía se habría convertido en una actividad cerebral absolutamente nihilista, es decir, se habría convertido en factor destructivo de toda noción temporal y de toda validez de la ciencia. Consecuencia, ésta, de tan drástico escepticismo.

Ahora bien, el método crítico insinuado por los filósofos que se atreven a utilizarlo es altamente válido y aprovechable, si es que se tienen en cuenta sus limitaciones. Dicho método elimina, no ya sólo toda clase de interpretaciones sobrenaturales y mitológicas de la existencia, sino también todas aquellas filosofías de la vida que no estén basadas en el pensamiento científico. Mas el exagerado celo y la lógica errónea o incorrecta de tal método crítico queda al descubierto al mezclar y confundir la teoría científica con la interpretación metafísica y rechazar a las dos. Refrenando este celo y enmendando la lógica, veremos como la ciencia va creando sus teorías, al tiempo que, con igual validez, seremos capaces de formular teo- rías relativas al significado de la vida humana. Pero tal procedimiento resulta ser tan exigente en esta vasta esfera como, en la suya, resulta serlo la misma ciencia. Sólo nos es dable iniciar la fructífera teorización sobre la vida una vez que hayamos aprendido a sortear los ilógicos escollos de la especulación; es decir, cuando hayamos real y penosamente logrado desaprender toda una serie de yerros, toda una multitud de métodos sofisticos de pensamiento. Mas, una vez que hayamos superado todas esas dificultades, podremos decir que nuestros afanes se han visto realmente cumplidos. Porque el no poseer ninguna filosofía acerca de la vida resulta tan lamentable como el sustentar una filosofía falsa. El estar en posesión de una bien fundada interpretación del significado de la existencia es algo que mucha gente tiene en más estima que a cualquiera otra cosa.

Ahora bien, ¿Qué clase de filosofía debe ser esta? No debe ser, por cierto, una filosofía vaga y generalizante, por más elevada que ésta resulte en el terreno de los sentimientos ni por más sublimes que puedan antojársenos sus fines. Tampoco debe ser ninguna filosofía exhaustivamente interpretativa, terminante, definitiva. Esta deberá ser, sólo e inevitablemente, parcial e in- completa -en proceso de continua revisión y reformulación. Deberá ocuparse de la vida en el mundo actual, y sus generalizaciones deberán referirse al mundo de las luchas sociales igual que a los problemas de la vida personal. Será eminentemente concreta, y, por ello mismo, inevitablemente sujeta a controversia. A diferencia de muchas otras filosofías, la que nos ocupa no deberá estar por en- cima del combate, sino más bien inmersa en él. En realidad, la filosofía --como también la ciencia y toda línea de pensamiento honrado acerca del mundo real, no puede sino ser partidista. Mas ello no quiere decir que deba tener prejuicios ni que tenga que adoptar, de manera premeditada, puntos de vista locales o parciales. La filosofía a que aludimos no puede evitar el llegar a conclusiones sobre las cuestiones más calurosamente debatidas en el mundo moderno. En los tribunales de justicia, lo mismo que en la filosofía, la imparcialidad no presupone la suspensión permanente del juicio.

J. L

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